jueves, 17 de septiembre de 2009

Iglesia cismática “Ortodoxa” rusa canonizaría al dictador Stalin

El Partido comunista ruso, reliquia histórica de la extinta URSS, pidió a la cismática Iglesia Ortodoxa que “canonice” al dictador soviético Josef Stalin. Él que fue responsable por la masacre de 15 millones de personas en sus 31 años de reinado de terror.

La figura de quien fuese uno de los mayores criminales de la historia viene aumentando a la sombra del agente de la ex KGB, Vladimir Putin, quien viene ejerciendo una especie de “tercer mandato”.

La noticia no sería relevante si Putin no se hubiese empeñado en restaurar las glorias de la ex- URSS.

En cuanto al Patriarcado de Moscú y el Sínodo de la Iglesia rusa no hay dudas: después de siglos de vil servilismo al poder temporal, esta hará lo que se le ordene.

En cualquier hipótesis, “para fines del siglo XXI, habrán íconos de San Josef Stalin en cada iglesia ortodoxa” conmemoró anticipadamente el jefe del partido comunista Sergei Malinkovich, informó “The Telegraph” de Londres.

Según Wladimir Bukovski —famoso por su disidencia en la era soviética— la jerarquía eclesiástica de la Iglesia ortodoxa rusa es creación de la tiranía stalinista:

“En 1941, Stalin rehizo la Iglesia ortodoxa a su imagen y semejanza, [...] el clero era compuesto casi exclusivamente por agentes de la KGB. [...] Yo me pregunto: ¿podemos aceptar estos personajes como líderes espirituales? [...] Por eso, la autoridad moral de la Iglesia Ortodoxa rusa es muy baja. Ella no es más que una extensión del poder temporal del Kremlin”.

El último jefe de la iglesia cismática rusa—el Patriarca de Moscú— fue el fallecido Alexis II. Fue bien conocido agente de la KGB, donde usaba el seudónimo de Drosdoff, entre otros.

Obviamente se llevaba muy bien con el coronel KGB Wladimir Putin. En los tiempos de la desgraciada URSS, su especialidad consistió en denunciar eclesiásticos que mostraran desacuerdos con la dictadura marxista.

En la era Putin, armonizó con el nuevo camarada supremo. Hostilizó furiosamente el apostolado católico, especialmente cuando este difundía el mensaje de Nuestra Señora de Fátima, que hace un llamado explícito por la conversión de Rusia, y también se opuso vehementemente a cualquier visita de un Papa al país, temiendo conversiones. Sin embargo, encontró amistades y gestos colaboradores en la izquierda católica mas o menos camuflada en Occidente.

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